Las planchas antiguas han pasado de eliminar las arrugas de la ropa a ser auténticas piezas de coleccionistas. Hoy en día, las podemos encontrar desde en los trasteros de nuestros padres o abuelos hasta en las estanterías de nuestros hogares o en los escaparates de algunos negocios. Además de su funcionalidad, las planchas antiguas destacan por su belleza y por su simplicidad. Sin embargo, antes de su nacimiento, surgieron otros métodos interesantes e ingeniosos de planchar la ropa. Los griegos utilizaron una barra de hierro cilíndrica calentada que pasaban sobre las telas de lino a modo de rodillo. En el caso de los romanos, planchaban y alisaban la ropa con un mazo plano metálico mientras que los vikingos empleaban una pieza de hierro.
En Europa, allá por el siglo XV, apareció la plancha de carbón antigua. Este tipo de plancha se caracterizaba porque tenía un compartimento para el carbón o para el ladrillo el cual era previamente calentado. Las planchas de carbón eran muy caras por lo que solo las utilizaban las familias acomodadas. Mientras ellos utilizaban estas planchas, las familias más pobres continuaban utilizando las planchas de hierro, mucho más sencillas en cuando a forma, pero más laboriosas de utilizar. Se debería estar calentando constantemente sobre el fuego para que la base estuviera caliente de forma que pudiera eliminar las arrugas de la ropa. Las planchas antiguas de hierro tenían una gran desventaja: el hollín se quedaba adherido a ella por lo que pasaba a la ropa y como consecuencia, la ropa se manchaba.
Tanto las planchas de carbón como las de hierro fueron sustituidas por sistemas mucho más innovadores, eficaces y cómodos para planchar: planchas eléctricas. Estas planchas han ido cambiando su aspecto con el paso de los años así como mejorando su servicio. Sin embargo, las planchas modernas no tienen el encanto o el poder decorativo de las planchas antiguas.
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